Seguimos dando a conocer otros de los aspectos beneficiosos de realizar Actividad física sobre nuestro organismo. Hoy hablaremos del sistema endocanabionoide y cómo la Actividad Física puede influir sobre este sistema que es clave en la homeostásis energética y en el desarrollo de procesos neurofisiológicos.
La alteración de este sistema conlleva la aparición de ciertas neuropatologías y enfermedades neurodegenerativas. Estudios recientes indican que existe una relación entre el sistema endocannabionoide y la realización de Actividad Física, donde se aprecian niveles más elevados en plasma de endocannabinoides después de “movernos”. La mayor presencia de endocannabioides se asocia a beneficios a largo plazo a nivel neurofisiológico, entre ellos, el humor, apetito, salud mental, memoria y procesos cognitivos. Por lo tanto, gracias al movimiento, nuestro organismo es capaz de generar “cannabis” de forma endógena y aportar efectos saludables y preventivos en la aparición de enfermedades futuras.
¿Pero qué es el sistema Endocannabionoide?
El sistema endocannabinoide se define como un sistema lipídico biológico generalizado que desempeña una función de papel modulador esencial en el tejido endocrino, inmunológico y cerebral.
La vía endoncannabionide incluye receptores acoplados a proteína G conocidos como receptores cannabinoides CB1 y CB2 (CB2R), y los agonistas endógenos de estos receptores, conocidos como endocannabinoides, principalmente anandamida (AEA, N-araquidonoiletanolamina) y 2-araquidonoilglicerol (2-AG).
Los CB1R se encuentran principalmente en el cerebro y los CB2R se expresan principalmente en las células del sistema inmune.
¿Cómo influye la Actividad Física sobre este sistema?
Como comentamos anteriormente, cuando realizamos Actividad Física se produce una activación de la vía de señalización endocannabinoide, apreciándose una alteración significativa en los niveles sanguíneos de los agonistas de los receptores cannabinoides (es decir, AEA y 2-AG) después del ejercicio.
La elevación de los niveles de AEA puede estar asociada a su acción sobre fibras sensoriales periféricas y alivio del dolor, así como la aparición de «euforia del corredor» en muchas regiones del cerebro, especialmente en el lóbulo anterior derecho y el núcleo caudado izquierdo. El aumento de estos niveles de AEA, se supone que es debido a una mayor secreción de cortisol durante la práctica de ejercicio físico.
Además, cuando realizamos actividad física se produce una interferencia con los receptores CB1 y CB2, produciendo una activación de los receptores CB1 de las neuronas del prosencéfalo GABAérgico.
¿Pero qué tipo de Actividad Física activa este sistema?
Actividad física aeróbica Moderada entre 60-80% de 30-45’ hasta 1h de duración.
Ejercicios de Fuerza.
Ejercicios de fuerza isométrica de 3’ de duración por ejercicio.
Actividad intensa y de larga duración, por ejemplo el ciclismo.
Entrenamiento de alta intensidad.
Por lo tanto, la ciencia nos vuelve a decir que el movernos sigue siendo una manera muy eficiente como herramienta preventiva de evitar enfermedades futuras y que nuestro organismo necesita el “movimiento” para activar vías metabólicas que sin él es imposible que se expresen.