En una sociedad actual donde la inmediatez está a la vuelta de la esquina, en la cual las nuevas tecnologías nos están acostumbrando a que todo lo obtengamos sin un mínimo esfuerzo, donde nos mantienen hiperconectados y a su vez, nos distancian del contacto humano y nos venden que la comodidad para nuestro organismo es sinónimo de bienestar. Hace que nos hayamos olvidado que nuestro cuerpo es el resultado de adaptaciones, mutaciones y cambios producidos durante miles y miles de años, donde la comodidad y la abundancia no son precisamente lo que han vivido nuestros genes.
Todo aquello que vivieron nuestros ancestros quedó bien marcado en nuestros genes, de ahí que nuestro desarrollo filogenético nos marque hoy en día el funcionamiento de nuestro organismo y que desde la gestación se dará comienzo al inicio del desarrollo ontogénico, el cual irá muy vinculado a la filogenia, donde ambos marcarán el desarrollo del ser humano, donde todo lo que no se acerque a aquello que vivieron nuestros ancestros dificultará el desarrollo psicomotor del mismo.
Es por ello que la falta de movimiento, el desapego materno y la falta de contacto con el entorno durante el primer año de vida el mismo pueden ocasionar consecuencias irreversibles durante las siguientes fases de nuestro desarrollo. El bebé viene con una programación dada, la ontogenia, que le hará pasar por diferentes fases, la cual se irá moldeando en función de las experiencias motrices que vaya viviendo, incluso durante el embarazo, el bebé ya experimenta ciertos movimientos programados.
El bebé necesita y debemos dejar que se mueva y que interactúe con el entorno durante el primer año de vida (contacto con zonas donde haya polvo, animales, tierra, microbios…), ya que si no pasa por las diferentes fases de desarrollo psicomotor, si no le dejamos que descubra el entorno, que encienda esta necesidad de superar problemas que le surjan durante ese primer año esto podrá ocasionar alteraciones posturales y posibles intolerancias y alergias en la siguiente fase que será su infancia.
No deberíamos sobreproteger ni sobre equipar al bebé, ya que esto lo desvirtuará de la realidad, el contacto de pies y manos jugarán un papel esencial en la adquisición de estímulos sensoriales. Mucha información entrará por ellas y si las bloqueamos con ropa que impidan la entrada de la información necesaria para su desarrollo podrá ocasionar dificultades.
En este desarrollo, la interacción con la madre será de vital importancia, ya que todos los órganos sensoriales del bebé están enfocados en reconocer a la madre, sobre todo en las fases iniciales. La exploración visual y auditiva que realice el niño durante los 3 primeros meses serán muy importantes para el posterior desarrollo motor.
Debemos entender que al nacer sólo el 1% de los genes estarán activos, el resto de los genes heredados están sujetos a la influencia ambiental: estímulos internos y externos. La señales externas e internas podrán activar o reducir la actividad, de ahí la importancia de la unidad bio-psico-social.
Durante este primer año de vida, el bebé pasará por diferentes fases las cuales implicarán diferentes posiciones y posturas corporales elegidas por el mismo para resolver situaciones del día a día y las cuales cada una de ellas favorecerán el desarrollo osteomuscular. Obligar al niño a adoptar posiciones que no se corresponden con su fase de desarrollo puede que su musculatura y sus articulaciones no estén adaptadas para tolerar la carga que supone adoptar posiciones que deberá ir adoptando más adelante. Al igual, que la ausencia de estímulos que le obliguen a adoptar posiciones que corresponden a cada tiempo madurativo harán que la musculatura central no se desarrolle adecuadamente y que aspectos posturales tan importantes en esta fase acaben pasando factura más adelante en la edad de desarrollo o en la edad adulta: escoliosis, pies planos, problemas de lateralidad… Será importante que en el entorno donde se desenvuelva el bebé haya objetos que le estimulen, donde pueda fijar su atención visual y auditiva, le estimule a moverse y que pueda tocar, agarrar…
A su vez, como ya comentamos anteriormente, nuestra especie tiene su filogenia, por lo que al pertenecer a la familia de los mamíferos, la lactancia materna también jugará su papel decisivo en el desarrollo del bebé, tanto a nivel psicomotor, a nivel social (contacto vital con la madre) como a nivel inmunológico y nutricional. La cual no sólo nutre al bebé, sino que además lo protege contra enfermedades que puedan aparecer en edades posteriores (a corto y largo plazo asma bronquial, enfermedades atópicas, enfermedades gastrointestinales, leucemias y otros cánceres, obesidad, diabetes mellitus tipo I y II, enfermedades autoinmunitarias).
Por lo tanto, frente a una sociedad que parece que nos fuerza a avanzar a pasos agigantados debemos intentar parar y reflexionar sobre qué aspectos son los más esenciales para nuestra especie, una especie cuyo genoma sólo ha variado un 0,005 por 100 en los últimos 15.000 años. No debemos olvidar que los más pequeños necesitarán su tiempo de desarrollo, pero a su vez un entorno social que lo cuide, que lo estimule y que lo nutra adecuadamente para lo que su organismo está programado.
Referencias Bibliográficas:
Bugie, C y Lorente I. (1982) Desarrollo Psicomotor Durante el primer año de vida. Rev. Logop. Fonoaud., vol. I, n.º 4 (235-242).
Campillo J. (2010) El mono Obeso. Crítica S.L.
Daley, D. (2014) The evolution of the hygiene hypothesis: the role of early-life exposures to viruses and microbes and their relationship to asthma and allergic diseases. Wolters Kluwer Health Vol. 14, nº 5.
García-López, R. (2011) Composición e inmunología de la leche humana. Acta Pediatr Mex ;32(4):223-230
Guimarães et al. (2013) Reaching Behavior in Preterm Infants During the First Year of Life: A Systematic Review. Motor Control, 17, 340-354.
Lynch S. (2015) Gut Microbiota and Allergic Disease. Annals ATS Vol13 Supplement 1.
Peraza, G. (2000) Lactancia Materna y desarrollo psicomotor. Rev Cubana Med Gen Integr 16(4):402-5
Pinto, F. (2007) Apego y lactancia natural. Rev Chil Pediatr 78 (Supl 1): 96-102
Votja V. y Scheweizer, E. (2009) El descubrimiento de la motricidad ideal. Ediciones Morata S.L.