Un músico profesional, en su vida diaria, emplea una gran variedad de músculos y articulaciones tanto de miembro superior como de miembro inferior, durante largos períodos de tiempo y de manera muy repetida. La práctica musical, entendida dentro de un entorno profesional, implica una serie de requerimientos que muchas veces no están cubiertos, siendo el sistema musculoesquelético (ME) el que sufre las consecuencias en mayor medida. Se puede afirmar que la profesión de músico acarrea una serie de consecuencias que irían muy ligadas a las de un deportista de élite. En general, pocas veces se le considera como un trabajador a respetar y proteger dentro de su contexto laboral. Comúnmente, se piensa en éste como una persona que sabe hacer sonar un instrumento, sin tener en cuenta la gran complejidad que conlleva, las largas horas dedicadas y estudios realizados.

 

El perfil típico de un músico, predominantemente es varón (73,8%), con una media de 39 años, que comienza sus estudios entre los 6 y 8 años, y que normalmente termina sus estudios universitarios (81,2%). En consecuencia, se puede afirmar que la gran mayoría, inicia su camino siendo corporalmente inmaduro. Todo instrumento musical implica un gran esfuerzo de adaptación no sólo por la dificultad que ésta entraña a nivel musical, sino por el tamaño, peso, morfología y adaptaciones que el mismo instrumento pueda o no presentar.

 

Estos planteamientos suponen el reconocer que el músico empieza sus estudios muy precozmente sin evaluación previa de las bases ergonómicas. El estudio de un instrumento musical, no siempre se adecúa a los movimientos normales de la vida diaria ni a la anatomía del ser humano.

 

Los músicos dedican numerosas horas a su entrenamiento musical, además de su actividad laboral. La técnica en sí, se basa en movimientos repetitivos y posturas mantenidas forzadas. Estudios realizados, muestran los movimientos repetitivos como principales agravantes de lesión en esta población.

 

Frecuencia en la manifestación de determinadas prácticas al tocar un instrumento

 

La actividad del músico conlleva una serie de riesgos a la hora de poder padecer una lesión ME, ya que, movimientos repetitivos y posturas forzadas pueden desencadenar hábitos que pongan en riesgo articulaciones y partes blandas. Por esta razón la ergonomía cobra tanta importancia. La aparición de problemas ME en músicos, va a estar directamente relacionada con la sucesión de uno o varios factores de riesgo, estos pueden ser:

 

  • Aspectos físicos de la persona (tono muscular, flexibilidad, resistencia, fuerza…)
  • Genética, edad, género, dieta…
  • Factores psicológicos (gestión de la ansiedad, perfeccionismo, estado de ánimo, falta de confianza…)
  • Técnica
  • Instrumento (peso, material, forma…).
  • Práctica, duración e intensidad y la ausencia de reposo.
  • Ambiente físico de trabajo (falta de iluminación, temperatura, espacio, excesiva contaminación acústica…)
  • Movimientos repetitivos.
  • Posturas forzadas.

 

 

 

No sería del todo correcto afirmar que existen instrumentos más saludables o prejudiciales que otros, puesto que la presencia de patología viene determinada por las características individuales del intérprete y su interacción con el instrumento. Entre las lesiones más frecuentes que se pueden encontrar entre músicos aparecen:

 

 

 

Con todo lo comentado y después de leer este breve artículo, debemos preguntarnos ¿Por qué un músico debe ser tratado diferente a un deportista? ¿Existe alguna diferencia en cuanto a horas de preparación, estrés, carga, intensidad? La educación, conciencia corporal y acondicionamiento físico deben ser los aspectos fundamentales para tener una larga y saludable trayectoria musical.

 

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